A 50 años de iniciado el movimiento navista, son más los retos que enfrenta que las victorias que podría festejar, ante una distorsión y simulación que se ha dado en los avances democráticos que tanto le costaron al Navismo.
No por señalar grandes desafíos, se pueden minimizar los grandes logros del Navismo, pues haber pasado de lograr desterrar un cacicazgo violento y asesino a luchar por vías pacíficas para afinar la democratización del país, no es una hazaña menor.
Tampoco son hazañas menores las lecciones que el Navismo fue dejando en el camino, no sólo para los potosinos, sino para el país entero.
Participación Ciudadana nació, en noviembre de 2007, como un proyecto que pretendió rescatar, en ejemplares mensuales, por la vía de un recuento de hechos y de personajes, cada una de esas lecciones que el Navismo sembró en la sociedad potosina.
La idea era dejar presente en nuestros lectores lo que encontramos en nuestra incursión al hacer un recuento del movimiento: el Navismo como movilización social encabezada por Salvador Nava Martínez a partir de 1958 no es otra cosa que el motor que mueve a las sociedades para avanzar en su desarrollo y que se llama participación ciudadana, en la que la sociedad toma el lugar que le corresponde para resolver sus problemas.
No se logró la publicación mes a mes de la revista, pero, por fortuna, y gracias al apoyo del Frente Cívico Potosino, el proyecto pudo concretarse en este volumen que incorpora todo el contenido planteado en el plan original.
No se trata de un recuento exhaustivo, sino más bien de una provocación para que las nuevas generaciones tengan presente que en San Luis Potosí se manifestó el espíritu ciudadano con luchas que modificaron el curso de la historia.
Una provocación que pretende despertar la curiosidad de quienes tienen escasa referencia del movimiento y de los alcances que puede tener una sociedad que se organiza, se moviliza y busca regir su propio destino.
Los logros son mayores y se describen en este documento a grandes líneas. Los retos están planteados por las propias aspiraciones con las que inició el movimiento que, a 50 años –por muchos que parezcan–, fue capaz de mostrar las posibilidades de la participación ciudadana.
Sí, inició hace 50 años, pero su actividad no pudo ser permanente y constante. Su primera etapa fue de 1958 a 1963, cuando el gobierno lo reprimió y ya no fue posible continuar. Su segunda etapa inició en 1982 y su actuación se prolongó hasta 1993, cuando logró la ciudadanización de los organismos electorales del país, la última demanda que presentó en un documento Salvador Nava Martínez, cuatro meses antes de su muerte y que la ratificó en su Carta por la Democracia la víspera de su fallecimiento.
Poco más de 15 años de movilización ciudadana efectiva fueron suficientes para alcanzar grandes cambios.
Como gobierno, el Navismo tuvo aún menos oportunidad de demostrar la efectividad de sus planteamientos: trabajo conjunto entre sociedad y autoridades para la resolución de los problemas comunes.
De 1959 a 1961 y de 1983 a 1985, Salvador Nava Martínez ocupó la Presidencia Municipal. Guillermo Pizzuto Zamanillo lo hizo de 1989 a 1991. Nueve años de un real ejercicio de gobierno navista.
Un solo dato puede dar idea de lo efectivo que resulta que una sociedad que establece sus prioridades y decide las obras que necesita, y una autoridad que se apoya en ella para administrar los recursos, se puede lograr: Pizzuto Zamanillo recibió el municipio con el servicio de agua potable a un 50 por ciento de la población, y al terminar se prestaba el servicio a un 93 por ciento.
Pero los logros como gobierno y como movilización que buscó la democratización no alcanzaron la meta que el Navismo se había propuesto, como tampoco desaparecieron las causas que lo hicieron surgir. A cincuenta años de que surgió, los excesos del poder aparecen renovados y actualizados con técnicas modernas de simulación.
El navismo siempre fue ser con la sociedad, nunca parecer con la sociedad. La simulación puede engañar, pero no lo puede hacer para siempre. Las señales se están dando, y quienes en su momento vieron la necesidad de que la sociedad se organizara y se movilizara hoy reconocen los mismos indicios. 50 años de navismo son pocos, ante el dinosaurio que aún sigue ahí, aunque haya cambiado de traje.